Nuestra mesa de observación Montessori de la flor

Con la llegada de la primavera, Izan y yo vimos muchas flores por la calle cuando vamos al cole o a la clase de natación. A él le encanta parar para observarlas. A veces coge una y la regala a mí. Entonces pensé que era la hora de presentarle la mesa de observación de las partes de la flor.

Cómo preparamos la mesa de observación

Utilizamos el puzzle Flor, de Montessori, un material de botánica que puede ser presentado a los niños en la etapa de Casa de Niños (3 a 6 años) pero también sigue siendo válido en la de Taller (6 a 12 años). Se trata de un puzzle de madera donde cada parte es una parte de la flor, como pétalos, corola, talo etc.

También utilizamos las tarjetas de las partes de la flor de Creciendo con Montessori , el libro «La Flor» de la editorial SM que cogí en la biblioteca y también una amapola real, que recogí en la calle. Además, una lupa (la nuestra es de la marca Learning Resources) y la lupa de observación de insetos.


Al buscarle en el cole, le dije que había sorpresa en casa. Él luego quiso saber lo que era y sólo se tranquilizó cuando le contesté que era una actividad Montessori nueva.
Fuimos a la clase de natación y pensé que se olvidaría. ¡Para nada! Al llegar en casa dijo que quería ver la actividad y al encontrar las mesitas preparadas en su habitación pegó un grito, como siempre. Un día tengo grabar un video para que veáis. Él se pone muy contento porque sabe que lo preparé especialmente para él.

Empezamos con la actividad

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Nos sentamos juntos, lado a lado, y lo primero que hice fue leer el libro sobre la flor. Él observó que la flor que teníamos, la amapola, era igualita a la del libro y del puzzle.

Después de la lectura, Izan quiso montar el puzzle solo. ¡No es algo tan fácil como parece! Es muy posible que el niño se confunda con las piezas de los pétalos y de los pistilos, pero él lo hizo muy bien. En seguida, usamos las tarjetas y asociamos las partes con el puzzle.

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Él estaba ansioso para usar la lupa de mirar insectos, que ya conocía de otras ocasiones cuando observamos hormigas y otros hichitos.

También se entusiasmó mucho con un pequeño capullo en la amapola, y quiso abrirlo para ver si salían pétalos de color rojo, rosa o blanco, como su padre enseñó.

Le dije que estudiríamos sobre las partes de la flor por dentro. Me di cuenta de que él no quería tocarla, como si no quisiera hacerle daño. Así que le dije que usaríamos el capullo que él abrió.

Al quitar los pétalos, Izan fue con mucho ímpetu y le dije, bajito: «un científico respeta el cuerpo del ser vivo que va a estudiar; hay que sacar el pétalo despacito». Y así lo hizo. Quitó los pétalos casi pidiendo permiso. Fue precioso. «Y ahora, mami?», «Ahora pon el pétalo en la lupa de insectos».

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La lupa, aunque está pensada para visualizar insectos, también ayuda a ver las partes de la flor por aumentar los detalles, y se puede ver desde arriba o desde al lado. Así descubrimos que el talo de la amapola tiene «pelos». También observamos los estambres y encontramos el pistilo escondido. «¡Mira mami, míra! ¡Aquí está!», lo dijo, en voz bajita. ¡Que bonito es aprender así!


El final, una lección de empatía

Después que terminamos la observación, Izan dijo que era necesario colocar los estambres en agua. «No hace falta, mi amor», le dije, «la flor ya está muerta». Bueno, bueno… Sus ojos eran como platos, y con un tono de pena en la voz, preguntó «pero por que?», y le contesté: «es que a veces, para que un científico estudie un ser vivo, es necesario hacerlo cuando él ya está muerto. Tuvimos de abrir la flor para verla por dentro, entonces la matamos».

Pensé que lloraría o que, totalmente al revés, dejara la flor muerta como si fuera basura. Pero mi niño me ha sorprendido otra vez y contestó un «oh», como quién dice «entiendo, pero es triste».

Cuanto a la flor más grande, vimos exteriormente. Encontramos las raíces y otro capullo chico. «Mami, esta sí hay que dejar en el agua eh! Para que nazca éste». El amor a todos los seres vivientes, hasta a una amapola de la calle. Los niños siempre nos enseñan empatía. ¿No es hermoso?

En Montessori siempre estudiamos desde el concreto hacia al abstrato. Si vamos estudiar las partes de la flor es importante tener una de verdad para que el niño observe, no basta con el puzzle o con un dibujo en un libro. Viendo la flor de verdad, el niño toca, siente su perfume, siente el tato de sus pétalos. Es todo un ejercício sensorial , algo muy importante en la etapa de 3 a 6 años.

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Alessandra Mosquera
nuestrosmomentosmontessori@gmail.com

Alessandra Mosquera es periodista, asistente Montessori AMI 3 a 12 años y educadora de Disciplina Positiva para famílias y maestros formada por la PDA. Vive en Madrid, España, hace 18 años con su marido Ernesto, su hijo Izan y Moon, su perro Jack Russell. Le encanta pasar las tardes viendo una película con sus chicos con una mantita y un bol de palomitas.

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