Por que me enamoré de montessori

Ya son tres años de andadura, de lecturas, cursos, y de miradas. Y todavía siento que es un viaje sin vuelta.
Me enamoré de montessori a princípio por su encanto, su belleza, su atención a los minímos detalles. Es verdad que respeta al niño, que fomenta la autonomia y que cree en el amor. Pero muchos otros metodos también defenden lo mismo. Sin embargo, montessori me llama, y los demás no. Los respeto y los admiro, pero no me llaman.
Montessori tiene una magia. Tiene algo que te envuelve y te revuelve, de tal manera, que no lo dejas más. Puede que no a todos eso ocurra. Es posible. Pero a mí sí me pasó, de una manera muy fuerte.
Tal vez porqué es la pedagogía científica, porque está basada en pura observación al largo de 50 años de la vida de una mujer que era un genio. Tal vez.
La verdad es que, leyendo la doctora, sentí como si ella hablara a mí y era como si ella me conocera. Cuando hablaba del Niño no ví solo lógica, no vi sólo a mi hijo, pero vi a mí misma.
En sus palabras, me sentí identificada muchas veces, por la educación que recebí y como los adultos me trataban. Había amor y respeto, que instintivamente mi madre hizo sin conocer la italiana, pero también hubo momentos de tirania, de parte de otros adultos al largo de mi vida. Y muchas veces reí y lloré con la dotora. Y si antes su método me parecía interesante, con materiales tan bonitos y geniales, que su mirada era tan especial hacia los niños, fue leyendo a la dotora y conociendóla «en persona» que me enteré de lo cuanto el mundo necesita montessori. Sí, el mundo. No solamente mi hijo. Puedo crear mi hijo a lo más montessori del mundo, pero no será suficiente, porque el mundo está enfermo.
Y cuando hablo del mundo, no me refiero a todos los niños del mundo. Sí, los niños del mundo necesitan nuestra ayuda. Hay tanta hambre, guerras, muerte, violencia contra ellas. Es verdad. Pero más que a los niños, quién necesita montessori son los adultos. Porque es imposible ayudar al niño sin ayudar al adulto.
Veo todos los días, al buscar mi hijo en el colegio, al tomar el autobús, a dar una vuelta en un centro comercial, en el médico, en la panadería. Veo constantemente, en todas las partes. Necesitamos montessori, porque somos una sociedad enferma.
Por eso me he enamorado de montessori, porque encontré muchas respuestas a mis preguntas gracias a la dotora y gracias a personas que conocí tras conocer a Maria Montessori. Gabriel, Martha, Elena, Matilde… personas que hicieron mucha diferencia en mi vida en tan solo tres años.
No sé que será cuando Izan entre en la adolescencia y tal vez ya no se hable de montessori en mis círculos (ya que existe un triste fenómeno entre las personas de este mundillo que desaparecen con montessori cuando el niño llega a los 6 años); por ahora estoy intentando buscar información y seguir aprendiendo, casi como Indiana Jones buscaba sus relíquias. Mientras tanto, hago lo que puedo para que su llama no se apague, primero dentro de mí y de mi hijo, y después entre los que conozco, para seguir difundiendo y creciendo. Ojalá dure muchos años, aun.
Es necesario difundir. Y si este blog llega a 900 personas, pues solo deseo que estas 900 también sientan este encantamento y lo pasen adelante, como un día a mí me tocó.
(La foto que abre este post es un collage que representa una galáxia, que Izan lo hizo en el encuentro de la primera de las Cinco Grandes Lecciones, que tuve el honor de participar con un grupo de amigas y sus familias)

Alessandra Mosquera
nuestrosmomentosmontessori@gmail.com

Alessandra Mosquera es periodista, asistente Montessori AMI 3 a 12 años y educadora de Disciplina Positiva para famílias y maestros formada por la PDA. Vive en Madrid, España, hace 18 años con su marido Ernesto, su hijo Izan y Moon, su perro Jack Russell. Le encanta pasar las tardes viendo una película con sus chicos con una mantita y un bol de palomitas.

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