25 Abr ¿Es posible conciliar montessori y el colegio tradicional?

Descubrí a Maria Montessori gracias a un grupo de Facebook, cuando mi hijo tenía 2 años y estaba en la escuela infantil. El año era 2013 y el grupo era Montessori Para Mamães, de Brasil.

Buscaba información sobre decoración de habitaciones infantiles y una amiga me había recomendado este grupo diciendo: «verás unas fotos de habitaciones infantiles preciosas». Hacía colecho con mi hijo pero ya no podía más con sus patadas y con el dolor de columna resultante al largo del día. Era el momento de separarnos por la noche pero quería hacer una habitación bonita para mi hijo. Lo que entonces no sabía es que la habitación puede ser bonita y también permitir la independencia del niño.

La descubierta de Montessori

Querer crear una habitación bella para mi hijo me llevó al concepto de ambiente preparado en Montessori, pero no paré ahí.

Me interesé por la filosofía Montessori y pasé varias madrugadas leyendo en internet todo lo que encontraba sobre Maria Montessori y su método educativo para niños de 3 a 6 años.

Descubrí sobre los períodos sensibles, los materiales y sus áreas, la práctica de rotar juguetes (algo que no es del método Montessori pero que se fomenta entre las madres que siguen esa filosofía en su manera de educar), la necesidad de no tener más de seis elementos en la estantería, el juego sensorial, las mesas de luz (que también no son Montessori pero es un recurso muy bueno en esas edades), y especialmente la necesidad de acompañar al niño a partir de la observación y de permitir la libertad.
Hoy mi hijo tiene 5 años, está en tercero de Infantil en un colegio tradicional, con libros texto, pizarra digital, uniforme, deberes… ¡el paquete completo! Me encantaría llevarle a un cole montessori. Vivimos en Madrid y aquí hay algunos buenísimos, pero por desgracia la economía familiar no permite.
A veces digo a mi marido que, si un día nos toca la lotería, una de las primeras cosas que haré será matricular a Izan en uno. Pero el tiempo pasa, en los sorteos nunca salen nuestros números, y en pocos meses el pequeño empezará Primaria.

La imposibilidad de matricular al niño en un colegio Montessori

Los colegios que siguen el método Montessori en España suelen ser solo hasta los 6 años. Hay algunos pocos que tienen el ciclo de Taller de 6 a 12. Sin embargo, a cada día que pasa, veo que mi sueño de llevar a Izan a un cole Montessori no se realizará. Los valores de las mensualidades son tan caras cuanto una universidad, en algunos casos, y somos una familia trabajadora que vive en una zona obrera de Madrid.

Al final, no hay otra opción: tienes de apuntar a tu hijo a una escuela pública o concertada pero de estilo tradicional, que es el sistema pedagógico de 90% de las instituciones que una familia como la nuestra puede arcar.

Creo que nada en la vida ocurre por acaso y que la educación que los padres dan en casa es tan importante (o a lo mejor, más importante incluso) cuanto la recibida en el colegio. Hacer homeschooling para nosotros es inviable, entonces decidimos por complementar la enseñanza con el método Montessori en casa en forma de afterschooling.

Hacer Montessori en casa ¿es fácil?

No. No es fácil, para nada. Estaría mintiendo si te dijera que lo es.

Cuando el niño está acostumbrado a un sistema tan distinto como el tradicional, con sus premios y castigos, y con una forma de enseñar muy distinta de la Montessori, se hace cuesta arriba y desafiador. Y aún más cuando la madre está sola y sin una red de apoyo.

Es muy frecuente el sentimiento de frustración, de no dar abasto, de no ser suficiente, de que estás perdiendo el tiempo. Las ganas de tirar la toalla son constantes. Con la inexistencia de la red de apoyo es todavía peor porque no tienes con quién intercambiar ideas, compartir sentimientos y experiencias. Es un proceso solitario donde solo tienes a tu hijo (con suerte,el apoyo de tu pareja) para hacerte compañía. Lo haces por él, con él, esperando su reación, su opinión. Es más una manera de relacionarse con el niño que practicar un método educativo.

Y es entonces cuando menos lo esperas que aparece tu hijo con un dibujo que hizo de ti haciendo una presentación, como el ejemplo que enseño arriba, o cuando te comenta sobre un libro que le leíste un día, o coge una letra de lija de la estantería y pasa su dedito sobre ella, o crea su propria extensión de la torre rosa o de la escalera marrón, o pasas cerca de su habitación y le escucha diciendo solo «américa, áfrica, polo norte…» mientras encaja los continentes en su puzzle Montessori.

Y es ahí que piensas: «no, eso que estoy haciendo no es una pérdida de tiempo.»
Hay una frase de Maria Montessori que me gusta mucho, que dice algo más o menos así: «presente buenas ideas al niño, aunque parezca que él no las estás entendiendo del todo. El tiempo hará con que él comprenda». Vale la pena. El niño siempre lleva algo de lo que enseñastes dentro de sí.
Empecé un viaje, el viaje Montessori, pero no hay fecha para volver. Empezamos «haciendo Montessori»: montando el ambiente preparado, buscando libros afines, actividades, materiales, realizando cursos… Ahora noto que estamos entrando en el camino de la filosofía, que es 80 por ciento del método. Lo más importante es seguir al niño, siempre, siempre, siempre. Sin ansiedad, sin prisa y con mucho respeto y amor.