27 Abr El Largo Trabajo del Niño de 6 a 12 años

Una de las descubiertas más bonitas que hice cuando me formé como asistente Montessori 6 a 12 años con AMI (Association Montessori Internationale) fue la idea del Largo Trabajo, una característica del niño de 6 a 12 años que todavía es muy desconocida por la mayoría de nosotros.

Maria Montessori cuenta en su libro «Formación del Hombre» sobre una serie de fenómenos que presenció en el ambiente de niños de 6 a 12 años.: algunos chicos de repente empezaban un determinado estudio por libre y espontánea voluntad que duraba días, a veces incluso semanas. Trabajos que, a primera vista, podrían ser interpretados como hobby por un adulto que no está familiarizado con la naturaleza de los niños.

¿Qué pasa con este niño?

Ella nos cuenta, por ejemplo, de un chico que estuvo días estudiando todo a respeto del río Rin, llegando incluso a aprender a usar compás y materiales de ingenieros para poder conocer mejor el río, sus afluentes y el impacto en la vida de las personas que vivían cerca del mismo.

«Recuerdo a un niño que quiso dibujar un río, el Rin, teniendo en cuenta todos los afluentes, y para eso tuvo que buscar durante largo tiempo en tratados de geografía, enteramente extraños a los libros escolares; para su dibujo escogió uno de los papeles milimetrados que usan los ingenieros para sus dibujos; y, empleando compases y otros instrumentos, logró con mucha paciencia su intento.»

Maria Montessori – «Formación del Hombre» – página 64

Pero este no fue el único caso. Surgieron niños realizando cálculos larguísimos, otros que analisaban gramaticalmente todas las palabras de un libro, otros que creaban nuevos estilos de baile…

«Otra vez ví a un niño que se había propuesto hacer una multiplicación gigantesca de un número de treinta cifras por otro de veintecinco cifras. Los productos se acumulaban de tal forma que el muchacho quedaba sorprendido (…) Recuerdo también a cuatro o cinco niños que se propusieron, juntos, realizar la multiplicación algebraica de todo el alfabeto por sí mismo: hacer el «cuadrado del alfabeto». Tambén esta vez la operación exigió el trabajo material de pegar tiras sucesivas de papel, que entre todas alcanzaron una longitud de casi diez metros.»

Maria Montessori – «Formación del Hombre» – página 65

Ella nos cuenta incluso de un niño que era apasionado por las raíces cuadradas y decidió crear un estilo proprio de calcularlas:

«Otra vez, un niño, que había aprendido la extracción de la raíz cuadrada con el procedimiento indicado en nuestro material, se interesó mucho por extraer raíces por sí solo, pero con un procedimiento diverso, inventado por él, que sin embargo no supo explicar.»

Maria Montessori – «Formación del Hombre» – página 66

Pero, ¿qué ocurre con estos niños? La explicación es muy sencilla. Al estar en un ambiente preparado y con un adulto, o más de uno, que le proporciona la libertad, el niño puede revelar ese maestro interior que lleva, que es curioso, trabajador y que ama la investigación y la creatividad.

Me dirás que eso es imposible, que los niños no son naturalmente así, que eso es mentira o que solo puede acontecer en la escuela Montessori. Pero te equivocas. Nosotros, adultos, creemos que eso no puede ser (y en su día Montessori sufrió la crítica de muchos que decían que su escuela obligaba a los niños a ejercer un trabajo intelectual por arriba de sus capacidades) porque tenemos perjuicios en relación al niño y al mundo infantil.

Nuestra experiencia con el Largo Trabajo

No es necesario tener a tu hijo en una escuela Montessori para ver este fenómeno. Un chico que está en un ambiente rico en cosas interesantes para él, que tiene la libertad de eligir con qué y cómo trabajar, que no sufrirá interrupciones y tampoco órdenes absurdas de su adulto («pero que tontería es esta que estás haciendo? Déjalo ya!») también vivirá el Largo Trabajo.

El Largo Trabajo está totalmente ligado al instinto de cazador de los chicos y chicas de 6 a 12 años. Es más común, creo, sobre los 8, 9 años, cuando el individuo llega a la cúspide del Segundo Plano de Desarrollo y sus características y necesidades están más fuertes que nunca. Su cerebro está en pleno desarrollo de las funciones ejecutivas y haciendo sinapsis.

En mi caso particular, mi hijo Izan (hoy con 12 años) tuvo al menos dos demostraciones de Largo Trabajo que recuerdo bien: la primera fue cuando él empezó a trabajar con waterbeads, esas pelotitas hechas con polímero que son coloridas y crecen cuando dejamos inmersas en agua por un par de días. Él tenía 9 años y medio. Cuando tenía 4 o 5, le encantaban esas pelotas porque son bonitas, agradables al tacto y divertidas de apretar. Pero un día él insistió que quería dejarlas más y más tiempo inmersas porque quería ver si crecian aún más de lo que habíamos visto; después partió todas en trozos muy pequeños, empezó a mezclarlas con agua para ver lo que pasaba; utilizaba pipetas y jeringuillas medidas para calcular qué pasaba si usaba «dos rayas de waterbeads aplastadas». Él estuvo así por días y días. Me impresionó mucho, y por suerte ya conocía el Largo Trabajo gracias a Ana Camila Jimenéz, mi formadora.

En la foto arriba (que, no fue por acaso, la elegí para ser la portada de mi curso «El Niño de 6 a 12 Años Según Maria Montessori») él está con un recipiente lleno de waterbeads machacadas, un vaso y dos pipetas distintas haciendo sus investigaciones. Un día, no resistí, y pregunté a Izan qué pretendía descubrir con sus experimentos. Él me miró con una cara sorprendida, creo que nunca había parado para pensar en aquello; y me contestó: «no lo sé, pero me gusta hacerlo!»

Otra ocasión en que él desarrolló el Largo Trabajo fue cuando le di mi antigua camara digital porque quería hacer fotos con mi móvil. Le dije que no podía usar mi móvil, pero sí podría utilizar la cámara. Le enseñé cómo hacer fotografías con ella y nada más. En un día, creo que había sacado unas 100 fotos. Pero no quedó ahí, es que investigó por si mismo todo el menu de la cámara y se dio cuenta solo de que podia grabar vídeos también, algo que no le había dicho. Grabó varios videos (de los perros, de mi marido y yo trabajando, de él mismo jugando) y luego también los editó, solo.

«Mi hijo solo quiere jugar a videogames, no se interesa por nada»

Una de las quejas que más recibo de parte de madres y padres que siguen a Nuestros Momentos Montessori es que sus hijos «no quieren hacer nada». Que no están motivados, perdieron la curiosidad y pasan todo el día jugando a videogames.

El problema no está en los videogames, al contrario de lo que muchos creen. Lo que ocurre es que nadie está dispuesto a preparar un ambiente para su hijo y a darle libertad de utilizarlo.

Mucha gente cree que su hijo «va a liar parda», que no puede tener un espacio de artes porque derramará las témperas por todas las partes. ¿Es tu caso? Pues tengo un curso online que te enseña a hacer un rincón de artes que crece con tu hijo y también te digo como presentarle las témperas 🙂 .

Tenemos miedo de permitir a nuestro hijo realizar experimentos creyendo que romperá algo, ensuciará, acabará con los recursos de casa (sal, bicabornato de sódio, etc). Pero ¿cuantos de nosotros paramos para enseñar a nuestro niño como usar esos recursos?

Sí, estamos dispuestos a hacerlo cuando tienen 1 año y medio, 2 años, 3 años… pero después que crecen parece que algo se desconecta dentro de nosotros. Decimos que estamos muy cansados o muy ocupados y nos tiramos delante de la tele a ver Netflix. Es obvio que en una situación así el niño va a preferir la consola. No son los niños que no dejan las pantallas, somos nosotros que les metemos delante de ellas…

Me gustaría mucho que madres, padres y profesores pudiesen entender cómo es bello el niño de 6 a 12 años, como es capaz de hacer cosas extraordinarias, como lleva dentro un científico, un artista, un solucionador de problemas.

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