25 May la ansiedad en la cuarentena – 75 días en casa
Ya pasamos de los dos meses confinados. Y ya no es más como al principio, que llevabamos bien, éramos productivos, nos gustaba estar juntos. Más de dos meses sin salir se siente mucho en los ánimos de una persona, sea adulto o niño. Es comun y totalmente comprensible que empecemos a sentir que estamos entrando en el círculo de la ansiedad. ¿Y que hacemos?
La ansiedad del niño
Los niños a principio se sentían de vacaciones, y hasta que estaba muy bien estar en casa y no tener que ir al cole. Pero ya se pasaron más de dos meses y la incertidumbre continua. No es solo estar en casa, es no poder ver a los amigos, a los abuelos, a los primos. No se puede ir al parque, a visitar los amigos, a correr en el campo o en la playa.
A la vez, los niños están escuchando los adultos en la tele y en casa hablando sobre el virus, el numero de muertos en todo el mundo, escucha conversas de sus padres diciendo que alguien ha perdido su empleo – quizás mamá o papá es esa persona – y sienten en la voz y en la mirada de sus padres que algo malo está pasando. Y no se sienten seguros.
Si hablamos de niños menores de 6 años, que están todavía tan ligados al mundo real, al sensorial y al sentido del orden, pues es difícil porque ellos sufren por no comprender porque ahora no pueden hacer todo lo que hacían antes y no comprenden la explicación de mamá. Si hablamos de los mayores de 6, sí ellos comprenden nuestra explicación, y ya no sufren tanto por el cambio de la rutina como los chiquitines, pero observan nuestro nerviosismo. Los adolescentes necesitan salir de casa, ver a sus amigos, al mundo. Y solo pueden refugiarse en las redes sociales y videojuegos. Los mayores de 6 que aun no entraron en la adolescencia también van por ese camino, porque al estar tanto tiempo en casa… que vamos a hacer? Los youtubers que siempre gritan y se parten de risa al menos pueden sacarles de esa realidad triste.
Entonces crece el numero de horas delante de pantallas, y por consecuencia los niños se vuelven más susceptibles, tienen pesadillas, miedos, no quieren salir a la calle, «para qué dar una vuelta, prefiero quedarme viendo este vídeo»…
La ansiedad del adulto
La incertidumbre es lo peor de la cuarentena. Estamos todos los días esperando que en el noticiario nos de alguna buena noticia. Que ya no muere más la gente. Que el virus ha desaparecido. O que han encontrado una vacuna y que ya empezaremos a tomarla. Queremos volver a la vida de antes, aunque la tal «vida de antes» era dañina, pero oye, al menos podía salir de casa tomar una caña, hablar con mi amiga, abrazar a mi madre.
Si nuestra familia está al otro lado del océano, como es mi caso, la ansiedad es mayor porque no sabemos como están (sí, hay videoconferencia, lo sé, pero no es lo mismo) y no podemos ayudarlos en nada. Solo podemos acompañar las noticias, que día tras día son peores y menos esperanzadoras.
Muchos han perdido su trabajo y no pueden cobrar el paro. Otros no lo han perdido, pero son obligados a salir a la calle para ejercer, y tienen miedo de contagiarse. Y otros están trabajando desde casa y se vuelven locos porque es muy complicado conciliar el trabajo de la oficina, el trabajo de casa, el cuidado de los niños y nuestra situación anímica.
¿Como no tener ansiedad? Es imposible. Si tú no sientes miedo, palpitaciones, sensación de querer huir, dolor de cabeza, ganas de llorar sin saber porqué, pues enhorabuena, eres una persona muy fuerte pero es la minoría.
Cómo estamos en casa
Nosotros creo que ya pasamos por varias fases en esa pandemia, muy similares a las fases del duelo: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. A veces me siento como si volviera a la negación, en el mismo día siento que estoy en la aceptación y luego es volver a empezar. Es una montaña rusa de emociones.
Izan me dice que quiere volver al colegio. Antes no sentía ganas, pero dice que echa de menos a sus compañeros y a los «profesores majos». Creo que más que echar de menos al colegio, lo que sí él echa de menos es la rutina de antes.
Hablamos tanto de los niños de 2 años que están en la fase del periodo del orden y pueden armar un jaleo solo por ver un objeto fuera de su lugar de siempre. Pero la verdad, en cierto sentido, es que todos somos un poco como esos niños de 2 años. Nuestras rutinas fueron tocadas y no sabemos cuando volveremos, de que manera volveremos, que consecuencias sufriremos. Nuestro mundo, que era tan seguro hace dos meses, ya no lo es. Ya no sabemos en que estamos viviendo.
Muchas veces no me siento bien y he vuelto a tomar la medicación para ansiedad que no tomaba hace cinco años. A veces tengo pesadillas, a veces me cuesta dormir y me despierto con la sensación de que no descansé bien. La situación en mi trabajo (el otro, el que paga mis facturas) está actualmente totalmente incierta, y puede que a cualquier momento me digan la famosa frase: «lo siento, pero vamos a prescindir de sus servicios». Y sé que no puedo hacer nada, solo esperar. Pero «solo esperar» me causa una ansiedad enorme. Hace unas dos semanas, tuve una crisis de llanto que hacía mucho no tenía. Por eso no consigo escribir o grabar vídeos como antes. Todo me parece un trabajo enorme. Aun así me esfuerzo, porque sé si que me va a hacer bien. He intentado leer, meditar… por un tiempo funcionó, pero ahora ya no. No sé por qué.
Me gustaría decirte: haz esto que te sentirás mejor. Pero estoy en el mismo barco que tú, como ves. Decidí ser sincera y contar mi experiencia, pensé «quien sabe ayudo contando lo que estoy viviendo, al menos para que sepan que no están solas».
Ahora vamos empezar la fase uno en Madrid y a ver que pasará. Es curioso, porque estoy cansada de estar en casa, pero siento miedo de salir. En casa estoy segura, pero allí fuera, que puede pasar?
Al mismo tiempo, recuerdo el cuento de Stephen King (si tú aun no lo sabes, soy fan de King), «La Niebla», que una ciudad es atacada por unos monstruos mientras un grupo de personas está en el supermercado. La gente se queda encerrada en el súper esperando que los monstruos se vayan, pero los días pasan y los monstruos no se van. Dentro del supermercado, las personas se vuelven locas e incluso algunas se matan. Un padre y su hijo, con algunos amigos, decide escaparse del supermercado y enfrentar los monstruos porque no aguanta más vivir encerrado allí. A veces creo que estamos un poco como en este cuento, no queremos salir por miedo del «bicho», pero vivir encerrados para siempre nos volverá locos y tampoco soluciona nada.
Perdona si no te ayudé con este post. Si te sentiste un poco acompañada, me alegro. Estamos todos viviendo una situación para la cual no fuimos preparados. Y tendremos de aprender en la práctica en como salir de eso todo de la mejor manera posible.
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