26 Nov Los niños de hoy ¿entran antes en la adolescencia?

Hace algunos meses leí una publicación de una red social que decía que los niños de hoy entran antes en la adolescencia y con 10 años ya podemos llamarles preadolescentes. ¿Será que eso es verdad?

Si verificamos los Cuatro Planos de Desarrollo de Montessori, veremos que a los 10 años el niño todavía está en el segundo plano, es decir, en la infancia. La adolescencia empieza a los 12 años, y si bien es verdad que cada individuo tiene un ritmo, decir que un niño de 10 años es un adolescente puede ser algo inadecuado.

¿Serán los adultos que están reduciendo la infancia?

A cada generación vemos que el desarrollo humano está cambiando. Es verdad que un niño de 10 años de 2021 es muy distinto de un niño de misma edad en el año 1960. ¿Y qué decir de un niño de 10 años de 1930, que fue más o menos cuando Maria Montessori empezó a estudiar a los niños del Segundo Plano?

Pero, ¿cómo se transforma ese desarrollo humano? Si pensamos que hace 50 años no existía Internet, redes sociales, smartphones, no existía la televisión como existe hoy… y no es solo la tecnología, como también los valores han cambiado mucho. Hace 50 años la mujer era dependiente del hombre para muchísimas cosas, los niños no tenían ninguna representatividad, los negros eran considerados inferiores etc (alguno dirá por ahí que eso sigue existiendo, sí, pero antes era mucho peor). Hubo muchas transformaciones en nuestra sociedad.

Muchas de esas transformaciones fueron buenas y necesarias, y todavía es necesario que se cambie mucho más, es verdad. Pero son esas mismas transformaciones que acaban influenciando en nuestras relaciones, y por consecuencia, también en el desarrollo de los niños.

A veces me gusta imaginar que estoy teniendo una conversa con Maria Montessori en una casa de chá (algo que no existe en España, es una especie de cafetería donde las damas como Maria iban a tomar el té con dulces muy finos y en un ambiente muy chic) como si ella aún estuviera viva y hablamos sobre los niños de hoy; me gusta imaginar las respuestas y los comentarios que ella haría sobre lo que tenemos en 2021. Creo que muchas cosas le gustarían, pero muchas otras ni un poco, y estaría muy decepcionada viendo como tras tantos años loro non hanno capito niente, como ella siempre decía. Aún no hemos comprendido su mensaje.

Me gusta imaginarla tomando su taza de té diciendo que no hemos comprendido nada, que los niños pasan por planos de desarrollo y que tienen unas tendencias humanas, unas características psicológicas y una capacidad de aprender y de observar al adulto impresionantes, y que no es que entran en la adolescencia antes, porque cada etapa de desarrollo tiene sus años de duración y así será, pero sí seguimos tratando a los niños como seres inferiores y incapaces. Aún no vemos el poder que existe el niño pequeño y tampoco vemos el poder que existe en el niño mayor. Le dejamos usar un smartphone, usar redes sociales, tener canal de Youtube, ver contenidos que no son propios para su edad, y luego decimos es que ellos entran en la adolescencia antes hoy en día. Las redes sociales, los videojuegos y todos los elementos de la cultura de masas de hoy que usamos con los niños son la forma de represión actual. Con 2 años, le decimos: «no toques esto», «no subas ahí», y cuando tienen 10 años le damos un Iphone. Todo es represión.

Cómo es – o debería de ser – un niño de 10 años

Un niño de 10 años está aun dentro del Segundo Plano. Es curioso, observador, tiene una fuerte imaginación y un fuerte sentido de justicia. Quiere descubrir su lugar en el Universo. Quiere encontrar sus respuestas – porqué estamos aquí, de donde venimos, adonde iremos. Desea saber porque los adultos actúan como actúan. Están preparando el ser social en que se transformarán sobre los 12 años de edad. Eso fue lo que Maria nos ha dejado para que comprendiéramos.

¿Y cómo ese niño encuentra sus respuestas, si sus profesores no están preparados para atenderlo y si sus padres están mucho ocupados para orientarlo? Pues en Google, en Facebook, Instagram, Youtube, Netflix… y si esas plataformas enseñan «cómo tiene de ser», pues ellos serán eso que están recibiendo.

No entran en la adolescencia antes. Están recibiendo respuestas de fuentes equivocadas. ¿Y que tendremos dentro de algunos pocos años, cuando tengan 14, 15 años y estarán de verdad en la adolescencia? No lo sé. Pero si seguimos sin ser los guías que nuestros hijos necesitan, recelo que las consecuencias no serán muy positivas.

Cómo orientar a tu hijo a la entrada de la adolescencia

¿Qué hacer? Porque todos los niños en el cole usan smartphone, porque todos juegan al Fortnite, porque no tenemos tiempo para estar con nuestros hijos, porque no queremos que sean los raritos de la escuela, porque es eso lo que hay, y yo también cuando tenía su edad hacía cosas y veía otras en la tele que en aquella época decían que eran absurdas…

Seguro que has escuchado ese discurso un millón de veces. Parece que vivimos en una época en que es todo o nada.

No podemos meternos en un agujero y hacer que no existe lo que hay. Es imposible, y creo que incluso es nocivo. Siempre recuerdo a una amiga que tuve en el instituto que su padre prohibía que ella, su madre y su hermano asistieron a la tele cuando él estaba trabajando. Y mientras él no estaba, los tres se reunían delante de la tele para ver la novela de la tarde con el reloj puesto para no perder la hora en que él llegaba a casa.

Podemos jugar a videojuegos, con nuestro hijo, para conocer que le gusta, porque le llama tanto la atención ese juego de tiros. Podemos aprovechar aquella serie de Netflix tan molona para aprovechar para discutir sobre física y la posibilidad de viajar en el tiempo y en el espacio. Podemos leer juntos con nuestro hijo aunque él tenga 10 años y ya sepa leer solo. Podemos escuchar aquella canción de trap y discutir con él sobre la letra y su mensaje. Podemos hacer un canal de Youtube (privado) para nuestro hijo para que ejercite sus dotes comunicativos mientras le explicamos sobre las maravillas y las no tan maravillas de esa red social.

Al final, se trata de ser guía, de seguir al niño, de ayudarle a preparar su misión cósmica con amabilidad, con escucha activa, presencia.

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