Las pantallas y los niños

Mucha gente dice que, si Maria Montessori estuviera viva, seguramente ella usaría las pantallas para trabajar con los niños de su escuela. ¿Tú también cree en eso? En este post te daré mi opinión a respeto de este temazo: las pantallas, los niños y el método Montessori.

Las pantallas, este gran dilema de los padres

Agosto es més de Montessori, pues es cuando se celebra su cumpleaños y muchos blogs alrededor del mundo dedican sus 31 días para realizar homenajes a la doctora Montessori con posts especiales. Me uno a esa tendencia y quiero empezar hoy hablando sobre las pantallas, un tema que siempre está en la boca de padres y profesores.

Cuando voy a algún curso Montessori, este tema siempre acaba saliendo. Siempre hay alguien que suelta la perla: «si Maria Montessori estuviera viva, seguro que ella utilizaría el Ipad con sus alumnos.»
Bueno, en mi modesta opinión, digo: no, ella no usaría. Estoy segura de que no. Al menos no entre niños de menos de 6 años de edad. A partir de esa edad, puede que sí. Pero en algunas circunstancias muy especiales, como herramienta de búsqueda de información, por ejemplo… y por muy poco tiempo. ¿Por que?
Todo el mundo sabe que el uso de pantallas de parte de niños es prejudicial, seguro que algún día tú habrás leído algo por ahí sobre este tema. Pero, si no has leído, sugiero este enlace. ¿Sabías que Steve Jobs no dejaba Ipads con sus hijos? También sugiero la lectura de este enlace para que sepas más. No es novedad que los famosos de Silicon Valley no refuerzan el uso de pantallas entre sus hijos y prefieren que ellos jueguen mucho y que vayan a colegios estilo Montessori y Waldorf.
Sin embargo, no soy hipócrita de decir que mi hijo nunca ha usado nuestro Ipad. Claro que sí, no soy tan distinta de la mayoría de madres que a veces se sienten desbordadas y acaban dejando «la maquinita» para que tenga algunos momentos de paz para limpiar la casa o sencillamente estar un tiempo sin escuchar «mami, mami, mami, mami» a cada dos minutos.  

Las pantallas llegaron para quedarse

Las pantallas llegaron para quedarse. Al menos, hasta cuando alguien invente algo nuevo. Es parte de nuestra realidad y lo más sensato, en mi opinión, es aprender a vivir con ellas de una forma responsable.

Puede que el ideal era que hubiera más relación entre los niños como era antiguamente, en que jugábamos en la calle, pero eso ya no es más parte de nuestras vidas. Padres y madres trabajan fuera todo el día, no hay más «piñas» de vecinos como habia en los años 60, 70 y 80. Nos hemos vuelto más individualistas.

Sin embargo, mantener niños menores de 6 años durante ratos largos de tiempo delante de una pantalla, que bien puede ser de un televisor como de una tablet, no deja de ser una manera de represión, y que un día pagaremos un precio alto. Los niños menores de 6 años necesitan relacionarse con el mundo real, jugar, estar con sus padres, conocer el mundo de verdad.

La represión del adulto

En el libro «El Niño, el Secreto de la Infancia» Maria Montessori lo expone a la perfección la cuestión de la represión del adulto hacia el niño y hoy, en pleno año 2016, seguimos haciendo lo mismo. Sin querer, de manera inconsciente, pero lo hacemos. Y darle el Ipad para tener unos momentos de paz también es una represión, por más duro que sea leer eso. Porque, mientras el niño está mirando a Youtube o mismo a una app «tan bonita» o «tan inteligente» él está dejando de trabajar con sus manos, de descubrir el mundo por si mismo, de jugar, de manipular.

Y como las pantallas son altamente adictivas, el niño pedirá cada vez más y más, a punto de tener un berrinche enorme cuando tú la tomas de su mano.
Y ahí copio las palabras de Maria Montessori:

«Otro carácter de desviación, que se asocia a la posesión, es el ansia del poder (…)El niño desviado se encuentra frente al adulto, que para él es el ser potente por excelencia, que dispone de todas las cosas. Él comprende cuán grande sería su proprio poder, si le fuera permitido actuar a través del adulto. Y así comienza el niño una campaña de explotación para obtener del adulto, mucho más de lo que podría procurarse por sí mismo (…) Es lógico y natural que un ser débil, incapaz y prisionero, habiendo descubierto aquel talismán maravilloso, que puede obligar a un ser poderoso y libre a procurarle ventajas importantes, procure obtenerlas. Y el niño empieza a imponerse y a querer más allá de los límites que el adulto considera lógicamente justos para el niño (…) El adulto, orgulloso y miserable, siempre es un ser poderoso con relación al niño, y éste comienza en la realidad de la vida aquella acción de explotación, que termina en una lucha, dulce al principio porque el adulto se deja vencer, cediendo por el placer de ver feliz de satisfacción a su niño. Sí, el adulto impedirá al niño que se lave las manos solo, pero le apoyará ciertamente en sus manías de posesión. Pero el niño, después de una primera victoria, buscará otra; y cuanto más concede el adulto, más exigente es el niño (…) En efecto, el adulto en seguida se reconoce culpable, diciendo: ´he viciado a mi hijo´ (…) Pero se sabe que nada puede corregir los caprichos del niño; ninguna reconvención, ningún castigo es eficaz. No, no, el adulto no ha viciado a su hijo cuando ha cedido a sus caprichos, sino cuando le ha impedido vivir, impulsándole hacia las desviaciones». (Capítulo 37 «El Poder» – «El Niño y el Secreto de la Infancia»)

Para explicar sobre qué es la desviación para Montessori sería necesario un otro post, pero de manera muy resumida, digamos que un niño desviado es aquel que no está normalizado, es decir, es un niño que no ha seguido el camino natural que tenía de haber seguido para su desarrollo. El camino natural sería dejar el niño libre para manusear y aprender a relacionarse con el mundo, como se hace en las escuelas Montessori, pero en nuestro mundo moderno eso ha desaparecido.

Cómo nosotros, sin querer, perjudicamos a nuestros niños


En este trecho encuentro mucho de nuestra sociedad actual con los niños. No solamente con los dispositivos móviles pero en muchísimas cosas, pero ahora estamos hablando de las máquinas. El niño, todavía bebé, no tiene ningún interés por el smartphone de papá o de mamá, pero habrá un día que papá o mamá dejará que lo toque. El niño abrirá los ojos como platos, le encantará aquella cosita con tantas luces, sonidos, movimiento. En poco tiempo sabrá deslizar el dedito en la pantalla (y todavía hay quién diga que los colegios tienen de enseñar los niños a usar tablets… para qué? si son facílimas de usar) y su mamá hará un vídeo y lo colgará en Facebook: «mirad mi niño, que listo es, tan pequeño y ya sabe desbloquear la pantalla».

Será tema de conversación en las comidas familiares, a todos hará gracia. El abuelo dará su smartphone al nieto: «anda, enciende, como has hecho con el de papá». Y el niño encenderá porque es divertido, y porque ve que los adultos a que tanto ama se ríen y se complacen que él haga eso. Pero luego, el hechizo se volverá contra el hechicero, y veremos esos padres en el restaurante dando de comer a su niño con un smartphone delante de él, sujetado por trípode, enseñando un capítulo de Peppa Pig. «Pero María, como puedes poner Youtube para que tu hijo coma?», «Ya, Luisa, pero es que si no lo hago, él tiene un berrinche que no veas y no me come nada». A que te suena?
Y como dice Maria Montessori al final, no es que nosotros enseñamos el niño a ser caprichoso atendiendo a sus caprichos (es decir, dándole el smartphone a cada berrinche). Nosotros le hemos impedido de vivir al presentarle el dichoso aparato. Fue ahí que todo empezó. El adulto impide que su hijo se lave las manos solo, que coma solo, que se mueva solo, que se ensucie con la tierra (todas esas actividades que son de la naturaleza humana) pero no le impide sus manías de posesión, dándole un tablet, un juguete caro, etcétera.
Por eso creo si Maria Montessori estubiera viva ella no defendería el uso de los dispositivos móviles de parte de los niños, porque ellos impiden el pequeño de seguir su desarrollo natural. Es así de sencillo.

¿Estás de acuerdo con mi visión sobre este tema? ¿Tienes otra opinión distinta? Me encantaría leerte en comentarios. Y no te olvides de compartir este post para que más familias conozcan a Nuestros Momentos Montessori.

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Alessandra Mosquera
nuestrosmomentosmontessori@gmail.com

Alessandra Mosquera es periodista, asistente Montessori AMI 3 a 12 años y educadora de Disciplina Positiva para famílias y maestros formada por la PDA. Vive en Madrid, España, hace 18 años con su marido Ernesto, su hijo Izan y Moon, su perro Jack Russell. Le encanta pasar las tardes viendo una película con sus chicos con una mantita y un bol de palomitas.

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